Desde Ushuaia hasta Alaska en moto: la gran travesía del santotomesino Pablo Imhoff

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El 14 enero de 2020, Pablo Imhoff partió de Santo Tomé rumbo a Ushuaia, para comenzar allí, en el fin del mundo, su travesía continental, que llamó “Proyecto Alaska”: viajar de Ushuaia a Alaska en una pequeña moto, una Honda Econo de 90 centímetros cúbicos.

Al momento de publicar esta nota, Pablo anda por Centroamérica, habiendo sorteado recién su primer obstáculo importante: le negaron el ingreso a Nicaragua -sin explicaciones-, por lo que tuvo que “saltear” ese país para ir de Costa Rica a Honduras en avión. La Econo, en tanto, viajó en camión, y acaban de reencontrarse en Tegucigalpa para retomar juntos su camino al norte.

Pero para entender el origen de esta aventura hay que remontarse un poquito más atrás; para ser más exactos, a 2014, cuando Pablo tomó la que llama “la mejor decisión de su vida”: con 27 años, renunció a su trabajo en un laboratorio óptico, rescindió el contrato de alquiler en Rosario, donde vivía, y partió a recorrer el país en una Gilera Gran Turismo 200, de 1970.

Ese viaje, al que bautizó “Vuelta a la Argentina en Gilera”, marcó el inicio de una nueva vida. “En tres años y cuatro meses recorrí todas las provincias del país y las islas Malvinas. Con ese viaje arranqué un nuevo estilo de vida, y desde entonces no paré más”, le cuenta Pablo a Clarín desde San José de Costa Rica, antes de comenzar a recorrer el país de la “pura vida”.

Aquel viaje iniciático comenzó y terminó en Santo Tomé. Y allí arrancó también este nuevo viaje rumbo a Ushuaia, desde donde inició su recorrido hacia el norte, sin fecha de llegada y sin un lugar preciso: “Espero llegar lo más al norte posible en Alaska; por ejemplo, Prudhoe Bay”, dice.

Un intermedio entre el auto y la bici

La preparación de este viaje comenzó ni bien regresó de la vuelta en Gilera. Y el primer paso fue comprar una moto usada, que reparó y restauró a nuevo. “Compré una Honda C90 Econo Power de 1992 porque es una moto emblemática, conocida en todo el mundo y que me gusta mucho. Además, hacer este viaje con esa moto es todo un desafío”, cuenta.

Y dice que el tipo de viaje que propone esta moto le permite “ir más en contacto con los paisajes, con las culturas. Si vas muy rápido, te perdés un montón de cosas; y si vas muy lento, no llegás nunca. La moto es un término medio entre una bici y un auto que me gusta mucho”.

De Santo Tomé fue hasta la capital fueguina por la ruta nacional 3 -todo un viaje en sí mismo-, y luego de recorrer Tierra del Fuego, cruzó a Puerto Williams, en la isla Navarino de Chile, en la otra orilla del canal Beagle, y lo esperaba un gran imprevisto: “Volví a Tierra del Fuego un par de horas antes de que se declarara el confinamiento por la pandemia”, recuerda.

Eso, claro, cambió todos sus planes. Pero no lo lamenta, porque asegura que ese año en que se vio obligado a permanecer en el fin del mundo fue uno de los mejores años de su vida. “Me quedé en Ushuaia hasta marzo de 2021, en lo de una señora que nos prestó su casa a mí y a otro viajero. En ese año pude hacer muchas cosas que nunca pensé hacer, como recorrer mucho la montaña, esquiar, conocer todos los rincones de la ciudad y sus alrededores”, destaca. Y asegura que se convirtió en «un especialista» en la ciudad del fin del mundo.

Entonces sí, en marzo de 2021 arrancó el viaje desde la capital fueguina, cumpliendo otro sueño: recorrer la Ruta 40 de punta a punta, del km 0 al 5.121. “Fue un viaje dentro de otro viaje; la Ruta 40 dentro del Proyecto Alaska”, asegura.

El de la ruta 40 lo recuerda como un viaje “épico”, porque “es una ruta increíble, que tiene muchos contrastes, paisajes, geografías, culturas. La recorrí y la registré en detalle, desde Cabo Vírgenes hasta La Quiaca. Pasaron miles de cosas, casi todas lindas y algunas no tanto, como el mal de altura que me dio en Abra del Acay, el punto más alto de la ruta, a casi 5.000 msnm. Me descompuse y me sentí muy mal”, rememora.

El sur de la 40 lo hizo en invierno, con nieve, heladas y hielo en la ruta. “Me levantaba con la carpa escarchada”, dice, y recuerda también lo difícil de los más de mil km de ripio en el norte, complicados para viajar en esta moto.